Palabras de espiritualidad

¡Tú eres mi Madre, oh Santísima Virgen María!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Lo que hizo fue dirigirse a la iglesa y sentarse frente al ícono de la Madre del Señor del iconostasio, llamado “Soberana de los Ángeles”, y le dijo: “Madre del Señor, desde que vine al Santo Monte, tú has sido mi madre”.

El primer fundador de la celda “San Efrén”, de la lejana Katunakia, fue el anciano Longinos. Este había sido tonsurado en el Monasterio Jenofonte, donde también trabajó como capitán del barco del monasterio. Un día, mientras la nave flotaba apaciblemente sobre las aguas del mar, notó que había algo obstaculizando el paso del barco. Entonces, se dirigió a la proa y se inclinó para ver de qué se trataba… era un ícono de la Madre del Señor, el llamado “Soberana de los Ángeles”, que estaba adherido al casco de la nave. Algún tiempo después, cuando se estableció en Katunakia, se llevó consigo aquel ícono, para seguir contando con su bendición y protección. Aquí, a medidados del siglo XIX, construyó una pequeña celda. Posteriormente, vino el padre Efrén, un joven lleno de entusisasmo y muy industrioso. Este había habandonado su lugar de nacimiento, Tiva, dedicándose al esfuerzo monacal y a la construcción de la iglesia y las celdas de Katunakia. Se puede decir que él es el principal fundador de la celda “San Efrén”.

Por un tiempo, al stárets Efrén de Katunakia tuvo un pensamiento muy insistente: volver a ver a su amada mamá. Su corazón le decía: “¡Quiero ver a mi madre! ¡Después de eso, ya puedo morir tranquilo!”. Entonces, lo que hizo fue dirigirse a la iglesa y sentarse frente al ícono de la Madre del Señor del iconostasio, llamado “Soberana de los Ángeles”, y le dijo: “Madre del Señor, desde que vine al Santo Monte, tú has sido mi madre”. Y en el acto desapareció aquel pensamiento que tanto había estado afligiendo a su corazón.

(Traducido de: Ieromonahul Iosif AgioritulStarețul Efrem Katunakiotul, traducere de Ieroschim. Ștefan Nuțescu, Schitul Lacu-Sfântul Munte Athos, Editura Evanghelismos, București, 2004, pp. 27-28, 30)