Palabras de espiritualidad

Un breve diálogo sobre el rol del padre espiritual

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Mi confesor tiene que santificarme, guiarme y conducirme. ¡Esto es todo! Esta es, de hecho, la labor de la Iglesia misma, porque ella es el vaso de los Sacramentos.

Padre Galeriu: La labor del padre espiritual es un hoy incesante, porque en el trabajo de la salvación no hay pausas ni descanso. El agua estancada se descompone. Si no tienes nada que hacer, el demonio encuentra la forma de mantenerte ocupado.

En la Santa Escritura leemos: “La salvación se alcanza por medio del consejo”, o “Aquellos que no tienen un guía, caen como hojas de árbol”. Dicen también los Santos Padres: “Quien quera salvarse, debe viajar preguntando”. Estamos hablando de una relación fundamental que se manifiesta, como en la comunión entre Dios y el hombre, en el vínculo paralelo entre el padre espiritual y el hijo espiritual.

Gabriel Liiceanu: ¿Por qué no se puede crecer espiritualmente fuera de la relación maestro-discípulo? ¿Por qué se necesita tener una relación personal? ¿Qué te enseña el maestro? ¿Algo que sobrepasa la doctrina o que la antecede? De acuerdo con lo que nos acaba de decir, se trata de una búsqueda; (el padre espiritual) te enseña a andar. El confesor es, entonces, un hombre que te pone en la órbita correcta.

Padre Galeriu: Te pondré un ejemplo. Pensemos en un hombre cuya alma es como un saco lleno de pecados. ¿Qué puede hacer? Le avergüenza acudir con su confesor. Entonces, se va al campo, cava una fosa y arroja ahí todas las maldades de su vida. Un tiempo después, vuelve a ese lugar. ¿Qué es lo que ve? Ahí donde “sembró” sus pecados, ha empezado a crecer una maraña de matorrales y plantas ponzoñosas. ¿De dónde? A partir de los gérmenes del mal que enterró. Luego, la relación personal es necesaria porque es natural, fundamental. (...) El hecho capital, la persona humana se realiza solamente en su relación con otra persona.

El padre espiritual realiza el perdón en nombre de la Santísima Trinidad. Él dice: “Te perdono y te absuelvo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. ¿Ves? No dice: “en mi nombre”. Dice “en el nombre”, y no “en el lugar de”. El padre espiritual es portador del nombre y de la Gracia, pero no los sustituye. La Ortodoxia elimia cualquier expresión relacionada con la idea de la sustitución.

Sorin Dumitrescu: ¿Cuánto puede asumir el padre espiritual del misterio de una vocación (artística, técnica, etc.)?

Padre Galeriu: Creo que aquí entra en juego el problema de la autenticidad del padre espiritual, su responsabilidad. El padre espiritual que está verdaderamente enraizado en la Revelación, se constituye en Cristo, según Su Imagen, en el mismo Espíritu Santo con Él. La palabra que le participa (a su discípulo) en el Espíritu de Cristo, empieza ya desde su propia experiencia espiritual. Cuando el confesor es un verdadero testigo de la Revelación, testigo por medio de la palabra y también con su forma de vida, puede guiar a su hijo espiritual, cualquiera que sea la profesión de este.

Gabriel Liiceanu: He observado que es sencillo delimitar el perfil del discípulo, quien tiene un arma muy potente: la pregunta y la obediencia. ¿Cuál es, entonces, el arma del mentor espiritual?

Padre Galeriu: El arma del maestro está comprendida en los tres servicios esenciales: mentor, santificador y pastor, según la Imagen de Jesucristo. El padre espiritual tiene que compartir la Verdad y comulgar con su discípulo de forma gratífica. Mi confesor tiene que santificarme, guiarme y conducirme. ¡Esto es todo! Esta es, de hecho, la labor de la Iglesia misma, porque ella es el vaso de los Sacramentos.

(Traducido de: Părintele Galeriu, Andrei Pleșu, Gabriel Liiceanu, Sorin Dumitrescu, Dialoguri de seară, Editura Harisma, București, 1991, pp. 11-29)