Palabras de espiritualidad

Un grupo de náufragos son salvados por San Espiridón

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

En memoria de este milagro, dos pequeños barquitos de plata fueron colocados en una caja de cristal, misma que actualmente se puede ver en el vestíbulo de la iglesia, con una dedicatoria por parte de todos aquellos náufragos.

El 12 de octubre de 1939, el vapor “Ares” fue atacado por un submarino alemán al norte de Irlanda. La tripulación se puso a salvo, embarcándose en dos lanchas de rescate atadas entre sí, y abandonándose a la misericordia de Dios en medio del Océano Atlántico. El radiotelegrafista Gheorghios Kokkinos, que se hallaba entre los náufragos, era natural de Corfú y, en la trágica situación en que se hallaban, pensó poner sus esperanzas en la protección de San Espiridón, llamándolo con sus oraciones. Y el auxilio del santo no tardó en llegar.

Al día siguiente, cuando eran las 16:25, al noreste del horizonte comenzó a formarse la imagen de San Espiridón. Unas horas después, a la medianoche, al noroeste se pudo divisar un grupo de varias luces. Los náufragos pensaron que se trataba de barcos pesqueros, y se pusieron a lanzar señales luminosas al cielo, pero no recibieron respuesta alguna. Esto provocó que muchos de los náufragos, especialmente los más débiles de fe, se llenaran de frustración y agitación, poniéndose a insultar y a blasfemar. Con todo, el señor Kokkinos no cejó en sus recomendaciones de tener paciencia y fe en Dios, pidiéndoles a todos que remaran hacia donde se habían mostrado aquellas luces. Así, al amanecer la ayuda de Dios se hizo evidente, por medio de San Espiridón. A las 4:25 a.m. todos fueron rescatados por el navío sueco “Sicilia”.

En memoria de este milagro, dos pequeños barquitos de plata fueron colocados en una caja de cristal, misma que actualmente se puede ver en el vestíbulo de la iglesia, con una dedicatoria por parte de todos aquellos náufragos.

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