De cómo el maligno hace estéril nuestra oración
¡Esfuérzate, hermano, en hacer que tu mente sea sorda y muda al orar! ¡Solamente así podrás concentrarte para elevar correctamente tus plegarias!
Cuando los demonios ven que el creyente es perseverante en su oración, le insuflan (en un momento cualquiera) pensamientos sobre algo necesario de resolver, y se van. Al poco tiempo, regresan para azuzar el recuerdo de aquella cosa, empujando a la mente a pensar en ella (si se trata de un problema, buscando una solución, y si es cualquier otra cosa, en la forma de obtenerla), con lo cual el hombre se frustra y se entristece.
Así, cuando la persona quiere empezar a orar, los demonios le susurran aquellos pensamientos, para que su mente salga nuevamente en búsqueda de esa cosa anhelada (y aún no conseguida), inutilizando, así, sus plegarias, y haciendo del creyente uno que no produce frutos.
¡Esfuérzate, hermano, en hacer que tu mente sea sorda y muda al orar! ¡Solamente así podrás concentrarte para elevar correctamente tus plegarias!
(Traducido de: Sfântul Cuvios Nil Pustnicul, Despre rugăciune și trezvie în învățăturile Sfinților Părinți, Editura Egumenița, pp. 220-221)