No nos quejemos, busquemos la utilidad de lo que nos sucede
Si nos sucede algo malo, no nos quejemos, porque el que se lamenta se hace daño a sí mismo, buscando entender algo que no tiene sino un propósito espiritual. Entonces tú, siendo inteligente, no odies a tus hermanos más débiles, ni admires a los que viven sin temor de Dios.
Hermanos, esfuércense como si fueran soldados imperiales, mientras puedan, sabiendo que todo afán nos llevará obtener una corona eterna, para la purificación de nuestros pecados y para alcanzar la vida después de la vida. Purifiquen, pues, su mente y sus actos, porque tal es la madre de la obediencia. Asimismo, aléjense de toda debilidad y desidia espiritual, vistiéndose con la fe más limpia, para que Dios, viendo el esfuerzo de sus almas, los fortalezca en todas las buenas obras. Odien, para Dios, la pereza, con todas sus fuerzas, así como los malos hábitos y la enemistad, así como se han alejado ya de sus parientes de este mundo, amigos y bienes. Porque, si desde el principio dejan que su mente se debilite, luego tendrán que enfrentar el agobio y el perjuicio.
Si nos sucede algo malo, no nos quejemos, porque el que se lamenta se hace daño a sí mismo, buscando entender algo que no tiene sino un propósito espiritual. Entonces tú, siendo inteligente, no odies a tus hermanos más débiles, ni admires a los que viven sin temor de Dios. Y nuevamente les digo: no odien a sus hermanos, porque talvez algún vicio desconocido los ha atrapado, haciéndolos caer. Mejor apiándese de ellos, aunque les hayan enfadado.
(Traducido de: Proloagele, volumul I, Editura Bunavestire, p. 485)