Este Gran Jerarca enseñó a Sus santos Discípulos y Apóstoles el misterio de la santificación, para que perdurara por siempre, e hizo ver santificados a estos oficiantes de los Divinos Misterios, llenándolos del Espíritu Santo. Y ellos lo enseñaron después a sus discípulos, y de ellos lo recibimos nosotros también, con la obra y la acción del Espíritu Santo. El sacerdocio es un sacramento grande y santo, también con la obra del apostolado, que es, a su vez, grande y santo, porque el propósito del sacerdocio es el de santificar y salvar a la humanidad entera, con la transmisión de la Gracia de la salvación a todas las generaciones que vendrán hasta el final de los tiempos, ya que la humanidad entera se salva por medio del sacrificio del Salvador de los hombres, Jesucristo.

(Traducido de: Sfântul Nectarie de la Eghina, Despre preoției, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 30)