Un milagro que nos exhorta a la contrición
“Prepárense bien para cuando tengan que morir”.
Al morir el piadoso Atanasio, monje en Pecherska (Ucrania), su cuerpo fue dejado durante dos días en la iglesia, (para que pasaran a despedirse de él los demás monjes). Al pasar ese tiempo, el higúmeno Policrato, junto con los demás hermanos, decidió empezar los oficios previstos para la inhumación.
Pero, cuando entraron al templo, encontraron al padre Atanasio despierto y llorando. Inmediatamente le preguntaron cómo es que había resucitado y qué había conocido después de morir, pero él sólo pudo decir: “Prepárense bien para cuando tengan que morir”. Después de insistirle mucho que dijera algo más, agregó: “Obedezcan a sus mayores y cada día arrepiéntanse por sus pecados, pidiéndole a nuestro Señor Jesucristo, a Su Santísima Madre y a nuestros piadosísimos padres Antonio y Teodosio, que Dios les conceda un buen final a sus vidas, porque la Santísima Virgen ora fervientemente por este monasterio y todos sus moradores”.
Diciendo esto, se encerró en las cuevas y allí vivió otros veinte años, llorando y pidiéndole al Señor y a Su Santísima Madre la enmienda y el perdón de sus pecados. Después, reposando tranquilamente, partió al Señor.
(Traducido de: Protos. Nicodim Măndiță, Minunile Maicii Domnului, Editura Agapis, 2001, p. 290)