Un negro nubarrón sobre el alma…
Vino una nube, cubrió al sol en el firmamento y todo se oscureció. Del mismo modo, por un solo pensamiento de orgullo, el alma pierde la Gracia y es cubierta por la oscuridad.
Los malos pensamientos acechan al alma soberbia y, mientras esta no se humille, no los verá desaparecer. Cuando los pensamientos te ataquen, clama a Dios, como Adán: “¡Señor, Creador y Hacedor mío, mira cómo estos malos pensamientos me atormentan! ¡Ten piedad de mí!”. Cuando te presentes frente a tu Señor, acuérdate con fuerza que Él escucha todas tus peticiones y, si considera que te serán de provecho, te las concederá.
Vino una nube, cubrió al sol en el firmamento y todo se oscureció. Del mismo modo, por un solo pensamiento de orgullo, el alma pierde la Gracia y es cubierta por la oscuridad. Pero, también, un solo pensamiento de humildad basta para que la Gracia regrese. Yo mismo he experimentado esto.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2000, p. 185)