Un pequeño ejemplo de verdadera humildad
Esta es la verdadera humildad. Y la falsa humildad se le asemeja tanto como un poco de paja a un pedazo de oro.
La verdadera humildad obra de forma extraordinaria. He aquí un ejemplo:
Un monje cualquiera, cuya vida podía ser un ejemplo de santidad, por la profunda humildad que le caracterizaba, llegó un día de visita a un monasterio. Estuvo algunas horas orando en la iglesia y, cuando llegó el momento de la cena en comunidad, también él se sentó entre los demás monjes. Entonces algunos de ellos comenzaron a murmurar: “¿Y éste quién es?”, “¿Qué busca aquí ese desconocido?”. Finalmente, uno se levantó y le ordenó: “¡Levántate y sal de aquí!”. Así lo hizo el monje, abandonando el comedor. Otros de los presentes, sin embargo, indignados por lo que acababa de suceder, salieron a llamarle para que volviera a comer con ellos. Sin mostrarse apenas ofendido, el monje entró y ocupó nuevamente su lugar. Entonces, uno le preguntó: “¿Qué pensaste cuando te sacaron afuera y después te llamaron para que entraras otra vez?”. Y éste respondió: “Me acordé que soy como un perro, que sale cuando le echan y regresa cuando le llaman nuevamente”.
Esta es la verdadera humildad. Y la falsa humildad se le asemeja tanto como un poco de paja a un pedazo de oro.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, Editura Predania, București, 2010, p. 213)