Un pequeño gran acto de fe
La Señal de la Cruz nos recuerda el sacrificio redentor del Hijo de Dios sobre la madera de la Cruz. Así pues, la Señal de la Cruz es un breve compendio de toda la doctrina cristiana.
¿Es el acto de persignarnos una confesión de fe?
—Por supuesto. Persignándonos, damos testimonio de nuestra fe en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, Quien fue crucificado en la Cruz, y en un Dios en tres hipóstasis. Ciertamente, cuando nos marcamos con la Señal de la Cruz, confesamos nuestra fe en un solo Dios en tres Personas divinas. Además, la Señal de la Cruz nos recuerda el sacrificio redentor del Hijo de Dios sobre la madera de la Cruz. Así pues, la Señal de la Cruz es un breve compendio de toda la doctrina cristiana. Por tal razón, la Iglesia honra con gran devoción a la Santa cruz del Señor: cada año, tres días (el 14 de septiembre, el tercer domingo del Ayuno Mayor de la Cuaresma, y el 1 de agosto) son dedicados a la veneración de la Santa Cruz.
La cruz, confeccionada en madera o metal, hermosamente trabajada y adornada, no puede faltar en la Santa Mesa de cada iglesia donde se celebra la Divina Liturgia. De igual forma, jamás puede faltar en las cúpulas de las iglesias y los campanarios. Asimismo, es necesario mencionar que, en nuestros cementerios, los difuntos esperan la resurrección de los muertos bajo la protección de la Santa Cruz. En las zonas rurales, se suele poner una Cruz en las fuentes o pozos de donde beben los pobladores de aquellos lugares, y también al lado de cada camino principal. Finalmente, tenemos que recordar que la Segunda Venida del Señor, cuando vivos y muertos serán juzgados, será anunciada con la aparición de “la señal del Hijo del Hombre en el cielo” (Mateo 24, 30), es decir, la Cruz.
(Traducido de: Învățătură de Credință Creștină Ortodoxă, Editura Apologeticum, p. 123)