Palabras de espiritualidad

Un relato de la vida de San Agapito de Colciu

    • Foto: Bogdan Bulgariu

      Foto: Bogdan Bulgariu

“Hijo, si engañaste a tu amo, a Dios no lo puedes engañar. En el Día del Juicio tendrás que rendir cuentas del dinero que tu patrono pagó para que le sirvieras. Entonces, tienes que volver con él y servirle fielmente”.

Todo cristiano debe ataviar su vida con la fe y la sumisión a la voluntad de Dios. Como podemos ver en la vida de San Agapito, Dios exalta a los que creen y le obedecen. Siendo un novicio en el monasterio, San Agapito cayó en manos de los piratas, quienes lo llevaron a Asia y lo vendieron a un árabe. Durante doce años, Agapito soportó pacientemente la esclavitud, y durante esos doce años le pidió a la Madre del Señor que lo librara de ese yugo y lo devolviera a su monasterio. Una noche, la Madre de Dios se le apareció y le dijo: “Levántate y sal sin temor. Después, dirígete al Monte Athos, donde está tu stárets”. Así lo hizo Agapito. Cuando el stárets lo vio llegar al monasterio, creyó que Agapito había huído de su amo. Por eso, le dijo: “Hijo, si engañaste a tu amo, a Dios no lo puedes engañar. En el Día del Juicio tendrás que rendir cuentas del dinero que tu patrono pagó para que le sirvieras. Entonces, tienes que volver con él y servirle fielmente”.

Agapito, como un hijo obediente, volvió deprisa a Asia, se presentó ante su patrono y le contó todo. Al escuchar el relato de Agapito, el árabe se quedó estupefacto, vencido por la altura de la conducta cristiana. Inmediatamente le suplicó a Agapito que lo llevara a conocer al stárets. Ese mismo día partieron, en compañía de sus dos hijos. Allí, tanto él como sus hijos recibieron el Santo Batismo. Y, a los pocos días, los tres fueron tonsurados como monjes. Y permanecieron en el Santo Monte hasta que murieron, llevando una vida de sacrificio, ayuno, oración y obediencia, primero bajo la guía del anciano abbá, y cuando este último partió a las moradas celestiales, se hicieron discípulos de Agapito. De este modo, aquellos que otrora habían sido unos despiadados propietarios de esclavos, con amor se conviertieron en discípulos de su antiguo esclavo, fieles y sumisos a la voluntad de Dios, y a la conducción espiritual de San Agapito.

(Traducido de: Sfântul Nicolae VelimiroviciProloagele de la Ohrida, vol. I (ianuarie-iunie), traducere Mihaela Grosu, Editura Egumenița, 2005, pp. 252-253)