Una balanza espiritual
Ceder con sabiduría, ahí donde no hay una infracción manifiesta de la voluntad de Dios y un pecado notorio, es algo que concuerda perfectamente con los mandamientos divinos.
En todo y en cada cosa es mejor seguir siempre el camino del justo medio, el del equilibrio. Al contrario, la falta de mesura y hacer las cosas fuera de tiempo suele causar un gran daño, en vez de darnos el beneficio esperado. Tenemos que saber que las virtudes del cuerpo (como el ayuno y las vigilias) son solamente herramientas de las demás virtudes, y la virtud, en el verdadero sentido de la palabra, es solamente espiritual. Tenemos que aprender a refrenarnos, pero no solamente en lo que respecta a las comidas y bebidas, sino especialmente en lo que concierne a todas las pasiones: en lo que respecta a la ira y la irascibilidad, al hábito de condenar a los demás, a la vanidad visible e interior, a la animadversión y demás cosas semejantes. Ceder con sabiduría, ahí donde no hay una infracción manifiesta de la voluntad de Dios y un pecado notorio, es algo que concuerda perfectamente con los mandamientos divinos. “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. No se trata de ceder cuando alguien nos fuerce a vulnerar los preceptos de la Iglesia Ortodoxa. Lo que quiero es explicarles que, aun en medio de la confrontación entre semejantes, tenemos que esforzrnos en conservar la paz interior y la serenidad.
(Traducido de: Școala ortodoxiei pentru începători, Editura Sofia, p. 173)