La contrición significa cambiar tu vida; es renunciar a tu “yo” viejo y sus malos hábitos, y volver a Dios, la Verdad. La contrición significa tener paz y tranquilidad, es ser buenos y mansos. ¡Qué agradable es cuando cerca de nosotros hay un alma mansa y serena!  Al contrario, el alma que no tiene paz irradia esa intranquilidad a su alrededor, alterando el estado de los demás con su agitación, porque no nos mantenemos unidos al Señor con nuestra oración incesante. Por eso es que nuestra paz termina perdiéndose. Pero, cuando estamos con el Señor y con la Santísima Madre de Dios, mantenemos un sólido estado de paz, porque también ella acude pronto a ayudarnos cuando se lo pedimos. ¡Este es nuestro fundamento, nuestro punto de apoyo, que nunca cambia y que nunca se apartará de nosotros, sino que nos acompañará para siempre!

(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, Editura Predania, București, 2010, pp. 154-155)