Una cosa es escuchar un consejo espiritual, y otra ponerlo en práctica
Cuando alguien viene a visitarnos, nosotros le decimos algo que le sirva para el alma; pero, una vez la persona escucha que tiene que poner en práctica el consejo que le dimos, es decir, que tiene que orar más, ayunar y perdonar a sus semejantes, regresa a su hogar con una gran pesadumbre en el corazón.
Dos discípulos le pidieron al padre Paisos que les dijera algunas palabras de provecho espiritual, y este les respondió:
—Los ancianos de hoy no tenemos cómo dar los valiosos consejos de nuestros antepasados. Es indudable que Dios nos ha privado del don de la palabra, porque ni nosotros ni quienes nos la piden sabemos ponerla en práctica. Cuando alguien viene a visitarnos, nosotros le decimos algo que le sirva para el alma; pero, una vez la persona escucha que tiene que poner en práctica el consejo que le dimos, es decir, que tiene que orar más, ayunar y perdonar a sus semejantes, regresa a su hogar con una gran pesadumbre en el corazón. A algunos los instamos, una y otra vez, a dejar de cometer el mismo pecado, por ejemplo, que dejen de beber o que renuncien al adulterio para no poner en grave peligro su alma, pero, aunque prometen que harán lo que les decimos, pronto vuelven a su modo de vida anterior. Con todo, también hay personas que incluso nos superan a nosotros en virtud. Uno no ha terminado de decirles lo que necesitan para su alma, y ellos ya lo están poniendo en acción.
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Patericul românesc, ediția a V-a revizuită, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2005, p. 701)