Palabras de espiritualidad

Una descripción de las virtudes y las pasiones

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Las pasiones del alma son las siguientes: la dejadez, la desidia y la ignorancia. Estas tres oscurecen la mente, es decir, el ojo del alma, y dejan que las demás pasiones vengan a someterla.

Las virtudes del cuerpo, pero especialmente aquello que hacemos para Dios, sin falsedad y sin buscar el elogio de los demás, y que nos lleva a la humildad y a la pureza, consisten en: la continencia, el ayuno, la oración, la sed, las vigilias, las postraciones, utilizar siempre la misma vestimenta, comer solamente cosas magras y sólo una vez al día, beber únicamente agua, dormir en el suelo, la pobreza, la generosidad, la sencillez, el desprecio de sí mismo, permanecer todo el tiempo en la celda, el silencio, el trabajo manual y todo aquello que someta y agobie al cuerpo, porque se trata de cosas necesarias y beneficiosas para aquellos que sufren por causa de las pasiones carnales. En el caso de los que son más endebles físicamente, todos estos sacrificios físicos no les son de tanto provecho, pero sí lo son la humildad y el agradecimiento incesante ante Dios, Quien todo lo hace y realiza.

Las pasiones del alma son las siguientes: la dejadez, la desidia y la ignorancia. Estas tres oscurecen la mente, es decir, el ojo del alma, y dejan que las demás pasiones vengan a someterla, como la idolatría, la herejía, la blasfemia, la ira, la irascibilidad, la amargura, el odio, los malos pensamientos, la enemistad, la calumnia, la tristeza sin causa, el miedo, el pavor, la riña, la envidia, la vanagloria, la perfidia, la falsedad, la mentira, la desconfianza, la necedad, la temeridad, la avaricia, la gula, la crueldad, los pensamientos mundanos, la pereza, la cobardía, la ingratitud, el deseo de mandar a otros y, especialmente, el amor a los placeres, el amor a los encomios y el amor al dinero, de los cuales proviene todo mal. Pero el hombre no erraría, si al principio no vinieran esos tres monstruos, como dijo el sapientísimo asceta Marcos, y no lo separaran de Dios, sea por medio de la dejadez, por medio de la desidia o por la ignorancia. Porque estos tres engendran el placer y la soberbia, para hacernos amar los elogios de los demás y la ira. Sin embargo, la primera causa de todo esto y la madre de todos los males, como dije antes, es el amor a sí mismo, es decir el necio amor al cuerpo, la maldad y la dispersión de la mente con palabras vulgares e improperios. Y los que facilitan muchos de esos males son la insolencia y la risa.

Y las pasiones del cuerpo son las siguientes: comer con desmesura, la embriaguez, comer a hurtadillas, el amor a los placeres, el desenfreno, la repulsión, la impureza, la sodomía, el abandonar a los hijos, los actos vergonzosos, los apetitos exagerados, el robo, el hurto de cosas santas, la pillería, el asesinato como venganza o por la simple ira, la holgazanería, los deleites del cuerpo, la hechicería, los encantamientos, el amor a lo mundano, el amor a las joyas, la auto-mutilación, el maquillaje en las mujeres, la frivolidad, la arrogancia, el amor al propio cuerpo y la forma de vida que aletarga la mente, haciéndola terrenal e impidiéndole que se alce a la virtud y a Dios, a Quien debemos toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

(Traducido de: Sfântul Nil PustniculDin cuvintele duhovnicești ale Sfinților Părinți, Editura Arhiepiscopiei Sucevei și Rădăuților, Suceava, 2003, pp. 319-320)