Una lección de humildad
El hombre no se esperaba semejante respuesta. Emocionado, dio más que todos los que estaban reunidos en aquel lugar, y el ejemplo de la monjita se convirtió en una poderosa razón para cambiar radicamente su forma de vida.
Una piadosa monja, que todo el tiempo iba de casa en casa pidiendo ayuda para los pobres de un asilo de ancianos, entró, un día cualquiera, en una casa donde departían alegremente varias personas. Con todo respeto, la monja se presentó y les pidió su ayuda para los ancianos.
Uno de los presentes, al ver la mano tendida de la monja, se levantó inmediatamente y, burlándose de ella, le escupió en la palma. La monja, sin mostrarse afectada por lo que acababa de suceder, le dijo al hombre: “Esto fue para mí”, y, extendiendo la otra mano, agregó, “ahora le pido que me dé algo para esas pobres personas”. El hombre no se esperaba semejante respuesta. Emocionado, dio más que todos los que estaban reunidos en aquel lugar, y el ejemplo de la monjita se convirtió en una poderosa razón para cambiar radicamente su forma de vida.
(Traducido de: Limonariul mirenilor, întâmplări de folos, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Cartea Ortodoxă, 2009, p. 110)