Una lección de humildad y de amor al prójimo
El padre le dijo que ese tipo de sueños tienen lugar cuando cometes alguna falta, cuando riñes con alguien, cuando has enfadado a alguien o cuando no has recibido a quien, en su dolor, acudió a ti implorando tu ayuda.
La hermana D. vino a buscar al padre Lorenzo, y le contó que había soñado que renunciaba a la fe correcta. El padre le dijo que ese tipo de sueños tienen lugar cuando cometes alguna falta, cuando riñes con alguien, cuando has enfadado a alguien o cuando no has recibido a quien, en su dolor, acudió a ti implorando tu ayuda. Entonces, la hermana respondió:
—Sí, padre… Hoy no recibí en mi celda a una conocida mía, porque vino a visitarme con su hijo de 13 años.
Y el padre le preguntó:
—Pero ¿por qué actuaste así con ella?
—Porque no siento ningún afecto por los varones, padre.
—¡No, no! ¡No tienes permitido decir esas cosas! No actuaste correctamente. El alma es la misma en los hombres y en las mujeres. Ahora, por haber infringido el mandamiento de Dios, tendrás que responder en el Día del estremecedor Juicio del Señor. Esas personas vinieron al monasterio a orar, a ayunar… y tú perturbaste la paz con que vinieron.
La monja empezó a llorar de arrepentimiento, y le preguntó al padre qué debía hacer ahora.
—¡Oración y caridad! —respondió el padre, con un dejo triste.
(Traducido de: Sfântul Lavrentie de la Cernigov. Viața, învățăturile și minunile făcute de Dumnezeu prin acest mare Părinte, Editura Credința strămoșească, 2003, p. 42)