Una mujer ciega, operada y sanada por los 12 Santos Taumaturgos
“Padre, pídale a los Santos Taumaturgos y Anárgiros que me sanen. Dentro de veinte días me van a operar, aunque las posibilidades de recobrar la vista son muy reducidas...”
Padre, háblenos de algún milagro de los Santos Taumaturgos y Anárgiros.
—Está bien. Escucha este milagro que tuvo lugar en mis años de juventud. Cuando recibí esta celda de los Santos Taumaturgos, las coberturas de la Santa Mesa estaban muy deterioradas. Había que cambiarlas. El problema era que no tenía dinero y no conocía a nadie que pudiera confeccionar unas nuevas. Felizmente, me acordé de una señora de Tesalónica. En una oportunidad me había confeccionado unos ornamentos que necesitaba para la Semana Santa. Con el auxilio económico de una feligresa, la costurera, que se llamaba Amalia, pudo comprar los materiales y coser lo que necesitaba. Sin embargo, debido a sus largas y extenuantes jornadas de trabajo, poco a poco fue perdiendo la vista, hasta quedarse completamente ciega. Cuando la volví a ver, en una de mis pocas salidas del Santo Monte Athos, me dijo::
“Padre, pídale a los Santos Taumaturgos y Anárgiros, para cuya iglesia confeccioné aquellos ornamentos, que me sanen. Dentro de veinte días me van a operar, aunque las posibilidades de recobrar la vista son muy reducidas. Y aunque la operación fuera exitosa, el resto de mi vida no vería más que sombras”.
Por amor y porque me sentía deudor hacia aquella piadosa mujer, empecé a orar a los Santos Taumaturgos; también mantuve encendida una lamparilla ante sus íconos y leí muchas veces sus respectivos himnos acatistos. Durante muchos días no dejé de decir: “Santos Taumaturgos y Anárgiros, apiadaos de esta mujer que nos confeccionó aquellas coberturas, que con tanta dedicación y esmero trabajó para esta casa nuestra. ¡Oh, Madre del Señor, mi buena Madre, diles a los Santos Taumaturgos que obren este milagro!”. Y lo hicieron. Dos semanas después del día fijado para la operación, recibí una carta de Amalia, en la cual estaba escrito lo siguiente:
«Venerable Padre Stárets, con gran alegría le escribo para contarle que en las vísperas de mi operación vinieron a visitarme los 12 Santos Taumaturgos Anárgiros. A lo largo de unas tres horas estuvieron conmigo, operándome. Yo estaba semidespierta y sólo veía sus sombras alrededor de mí. ¡Cuando terminaron de operarme, pude volver a ver! En la mañana vino un enfermero con una camilla, para trasladarme a la sala de operaciones. Yo le dije que ya no era necesario, porque había sido sanada milagrosamente, por los Santos Taumaturgos. El asistente no me creyó, y me dijo que seguir las órdenes de los doctores Así, al llegar ante el médico principal, le dije: “Señor doctor, ¿sabía usted que nuestra religión ortodoxa tiene santos que obran milagros? ¡Pues, anoche yo fui objeto de uno de esos milagros! ¡Los Santos Taumaturgos vinieron a verme y me operaron!”.
Entonces, el doctor, luego de examinarme y constatar que mi ceguera había desaparecido, me dio la orden de externación, diciéndome: “¡Puede irse, señora! En verdad que se trata de un milagro... no tengo nada más que decir...”»
(Milagro relatado por el anciano Emanuel de Gregoriou)