Una pequeña oración, cuyos frutos son inconmensurables
Esta oración también tiene niveles superiores, cuando, habiendo obrado la disipación de las pasiones, se enciende por sí misma, en un permanente amor a Dios, a los hombres y a toda criatura.
La oración de la mente, también conocida como “Oración del corazón”, tiene este fundamento, revelado por Cristo Mismo, de “sin Mí no podéis hacer nada”, en relación con nuestra liberación de las pasiones, es decir, en lo que concierne a la salvación de nuestra alma.
Esta oración también tiene niveles superiores, cuando, habiendo obrado la disipación de las pasiones, se enciende por sí misma, en un permanente amor a Dios, a los hombres y a toda criatura.
La “oración de la mente” es la espada del Espíritu, que corta los malos pensamientos con el Nombre de Jesús. Dicho con propiedad, es Jesús quien nos libra incesantemente de una lucha cruenta. Con el Nombre de Cristo derrotamos a nuestros enemigos. Porque en Cielos y tierra no hay arma más poderosa para vencer al demonio, que el Nombre del Señor, como dice San Juan Climaco.
La oración incesante: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”, según el llamado de San Pablo: “¡Orad sin cesar!”, obra el milagro de la unión en el amor de aquellos que antes eran opuestos por causa del pecado.
(Traducido de: Părintele Arsenie Boca mare îndrumător de suflete din secolul XX, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2002, p. 151)