Una reflexión necesaria para cada día de nuestra vida
Acuérdate de cuánto has entristecido a Dios con tus acciones, con tus palabras y con tus pensamientos, y arrepiéntete.
Acuérdate, hermano, que mañana verás los Cielos y a los ángeles, y que te presentarás ante el Juicio de Cristo.
Mira hacia arriba, hacia las puertas de los Cielos, y hasta tu último aliento pídele a Dios que te las abra y te reciba en Su morada celestial, cuando tu alma parta de esta vida a la eternidad.
Que tu cuerpo se mantenga postrado de rodillas, y que tu alma vuele a lo alto, y que desde allí ore sin cesar al Señor.
Acuérdate de tus pecados y del Juicio futuro. No te aferres a esta vida vacía y esmérate en trabajar desde ya en tu salvación.
Acuérdate de que estás en plena lucha contra un león y contra un dragón, y no cejes en tu oposición a ellos.
Acuérdate de cuánto has entristecido a Dios con tus acciones, con tus palabras y con tus pensamientos, y arrepiéntete.
Acuérdate de que también tu has de morir cuando menos lo esperes, y que después tendrás que rendir cuentas de todo lo que hayas hecho.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, pp. 146-147)