Palabras de espiritualidad

Una vida espiritual activa, fundamento de la felicidad conyugal

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Cuando el individuo cultiva una sólida relación con Dios, es capaz de sostener fácilmente otras relaciones importantes, incluso con su propio cónyuge. Por el contrario, cuando la relación con Dios se debilita, también las otras relaciones pueden volverse inestables.

Cuando dos personas contraen matrimonio, fundan un nuevo puesto de avanzada de la Iglesia, del Reino de Dios en este mundo. A semejanza de la iglesia a la que asistes cada domingo para participar en la Divina Liturgia, tu nuevo hogar requiere un esfuerzo consciente y el cuidado más amoroso, si ambos se proponen ser lo que Dios espera de ustedes. En medio de esta pequeña iglesia doméstica, al igual que en el centro de la Iglesia, se encuentra la relación personal con Dios.

Cuando una parroquia es frecuentada por personas que son sinceras en su fe y en la práctica de esa misma fe —como auténticas imágenes de Dios—, las cosas funcionan siempre bien, porque el amor divino ágape es mucho más fuerte que cualquier tribulación o tentación. Pero ahí donde falte esta clase de amor, sin lugar a dudas también faltará la paz y la alegría. Luego, tu primera y más grande responsabilidad, en tu calidad de esposo o esposa (y ulteriormente, como progenitores) es conservar la propia unidad con Cristo. Por eso, todo esto tienes que hacerlo pensando en tu cónyuge o en tus hijos, y no solamente en ti msmo. (…)

Los beneficios de una vida espiritual viva se multiplican no solamente en su propia relación como esposos, sino también en el florecimiento personal de cada uno en su calidad de cristianos. Los frutos del Espíritu —amor, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo— son el resultado de la unión con Dios y los ingredientes para una auténtica vida cristiana tanto dentro como fuera de casa. Mientras más fuertes se hagan en su propio viaje espiritual, más capaces serán de hacer frente a las subidas y bajadas propias de la vida conyugal, y más fácil les resultará alcanzar la semejanza con Cristo en el marco del matrimonio.

Por ejemplo, ¿qué puedes hacer cuando tu cónyuge te decepciona, como suele suceder en muchos casos? Como mencionamos antes, debemos ser capaces del amor incondicional ágape, porque sabemos y sentimos que Dios nos ama incondicionalmente. Si el fundamento de su vida en matrimonio es Dios, podrán persistir con firmeza sobre este cimiento y enfrentar la tormenta de la decepción. Así, encontrarán refugio y consuelo en el inagotable amor de Dios por ustedes, y, finalmente, podrán perdonar y olvidar, continuando con una vida de amor que, tal vez, será incluso más profunda que antes. Si, por otra parte, ese cimiento en Dios es débil, pronto notarán que no tienen refugio alguno, ni dónde encontrar fortaleza y motivos para seguir adelante.

Cuando el individuo cultiva una sólida relación con Dios, es capaz de sostener fácilmente otras relaciones importantes, incluso con su cónyuge. Por el contrario, cuando la relación con Dios se debilita, también las otras relaciones pueden volverse inestables.

(Traducido de: Pr. Antonios Kaldas, Ireni Attia, Doi devin una: ghid creștin ortodox pentru logodnă și căsnicie, Editura Doxologia, Iași, 2020, pp. 119-123)