¡Une el ayuno con la oración!
Cuando la oración se hace con lucidez, el alma se aligera, porque no hay nada que la recargue, hallándose libre del peso de la delectación.
Para entender que esto es verdad, escucha lo que dice Cristo: “Esta clase de demonios con nada puede ser arrojada sino con la oración y el ayuno”; y de los Apóstoles se dice: “Después de hacer oración con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”.
Y, nuevamente, el Apóstol dice: “No os neguéis el uno al otro esa obligación, a no ser de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración y el ayuno”. ¿Ves que el ayuno necesita del auxilio de la oración? Cuando la oración se hace con lucidez, el alma se aligera, porque no hay nada que la recargue, hallándose libre del peso de la delectación.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Omilii la Facere, omilia XXX, V, în col. PSB, vol. 21, p. 389)