Uno es el juicio de Dios, y otro el de los hombres
Aquellas palabras, “¡Tu fe te ha salvado, puedes irte en paz!”, resuenan para los hombres de todos los tiempos. Si no hay fe, tampoco hay paz.
Lo que pasa en este mundo no es ninguna novedad. Es normal que todo esto ocurra, porque la Segunda Venida de Cristo se acerca. Y los hombres podrán salvarse hasta en los últimos días del mundo, como se nos prometió. Unos se salvarán, mientras que otros serán condenados.
La principal obra salvadora es mantener la fe. Y debemos esforzarnos lo indecible por nuestra propia fe y la de los que nos fueron encomendados. Aquellas palabras, “¡Tu fe te ha salvado, puedes irte en paz!”, resuenan para los hombres de todos los tiempos. Si no hay fe, tampoco hay paz.
Cada uno se salva de acuerdo a su fe, en su propio campo. Las faltas de cada uno, las mías, las tuyas, las de los cónclaves, las del patriarca... todas serán juzgadas por Dios. Porque uno es el juicio de Dios, y otro el de los hombres. ¡Cuán a menudo sucede que eso que algunas mentes oscurecidas por el pecado consideraban un error, termina revelándose, con la ayuda de Dios y con el tiempo, como una obra santa, coronando a quienes participaron de ella!
(Traducido de. Arhimandritul Ioan Krestiankin, Povăţuiri pe drumul Crucii, Editura de Suflet, Bucureşti, 2013, p. 40)