Palabras de espiritualidad

Valorar los dones y talentos de Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El talento que cada persona tiene debe ser puesto al servicio del bien, porque ese fue el propósito de Dios al otorgárselo.

El talento que cada persona tiene debe ser puesto al servicio del bien, porque ese fue el propósito de Dios al otorgárselo. Por ejemplo, la mente es una fuerza que puede obrar tanto el bien como el mal, según la utilice cada quien. Una persona muy inteligente, si utiliza ese don correctamente, puede inventar algo, por ejemplo, muy útil para sus semejantes. O pensemos en los que dibujan en diarios y revistas: con su destreza pueden hacer un boceto o un dibujo que contenga un suceso entero. Y si se trata de una ilustración relacionada con la Iglesia, pueden crear algo con un profundo sentido teológico. ¿Qué pasaría si esas personas se dedicaran a estudiar teología? Seguramente podrían llegar muy lejos en el aprendizaje de los conceptos divinos, sobre todo si su propia capacidad mental les ayuda.  Es decir que podrían poner en movimiento esa agilidad mental, santificándola, para poder ayudarse a sí mismos y a los demás.

Pero muchos de los que tienen ese talento lo utilizan de forma negativa: si son insolentes hacen dibujos irreverentes, si son burlones, hacen dibujos para reírse de los demás. Es decir que quienes tienen una aptitud especial, o la usan para fines edificantes, o para destruir.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulCuvinte duhovnicești. Volumul 4. Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 184)