Venciendo el desasosiego y el estrés con la ayuda de Dios
Cualquier asunto relacionado con nuestras aflicciones y preocupaciones debe ser acompañado, siempre, de mucha oración, pidiendo el auxilio del Señor para nosotros mismos y para esos a quienes amamos.
El desasosiego por problemas imaginarios o por cosas que aún no han sucedido, envenenan la vida de quienes tienden a sufrir de ansiedad y perturbaciones nerviosas. La expectativa de las contrariedades puede ser, para estas personas, aún peor que las contrariedades mismas.
La oración nos ayuda a enfrentar tales estados. “Sin Dios, no llegarás ni siquiera a atravesar la puerta”, se decía en Rusia. Cualquier asunto relacionado con nuestras aflicciones y preocupaciones debe ser acompañado, siempre, de mucha oración, pidiendo el auxilio del Señor para nosotros mismos y para esos a quienes amamos. Es importante dejar de confiar solamente en nuestras propias fuerzas y poner toda nuestra esperanza en el socorro divino. Entonces desaparecerá también ese miedo de no lograr hacer frente a los problemas y los peligros.
La preocupación por el bienestar de nuestros hijos y demás seres queridos es una reacción normal de estrés. Sin embargo, ésta puede llegar a adquirir dimensiones desproporcionadas, patológicas. La ansiedad y la inseguridad pueden ser tratadas por medio de la fe en el auxilio divino, pero también debemos aprender a confiar en los demás. A menudo, los padres se preocupan demasiado por sus hijos adolescentes y las esposas se angustian por causa de sus esposos (“¿y si ya no me ama?”, “¿acaso me engaña con otra?”).
Debemos recordar que, si amamos a alguien, debemos necesariamente confiar en él. No se trata de controlar totalmente a quienes nos rodean, como si fuéramos su dueño. La agitación, la angustia y, sobre todo, las intrigas, no ayudan en nada a nuestra relación con los demás.
(Traducido de: Părintele Pavel Gumerov, Conflictele familiale: prevenire și rezolvare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2013, p. 37)