Venerar íconos no es adorar ídolos
Nosotros no convertimos en “dioses” nuestros íconos, sino que, venerando el santo rostro ahí representado, honramos al Dios Verdadero, a Su Santísima Madre o a cualquier otro santo.
¿Es posible que la veneración de íconos tenga algo que ver con adorar ídolos, o que sea una reminiscencia de ello?
Desde luego que no. Nosotros no convertimos en “dioses” nuestros íconos, sino que, venerando el santo rostro ahí representado, honramos al Dios Verdadero, a Su Santísima Madre o a cualquier otro santo. Observando esa santa imagen con nuestro ojos físicos, dirigimos también nuestros ojos espirituales al rostro original, al prototipo. Los santos íconos, al igual que las Santas Escrituras, nos recuerdan personas y sucesos reales.
¿Acaso nuestro Señor y Dios Jesucristo, a Quien honramos y alabamos por medio de estas imágenes, no se encarnó y no vivió en este mundo, entre nosotros, en verdad? ¿Acaso tampoco lo hizo la Santísima Madre de Dios, cuyo ícono fue pintado por el Santo Evangelista Lucas? Y Ella, bendiciendo aquel ícono, dijo: “con esta imagen permanecerá para siempre Mi gracia”. ¿Acaso esos insensatos saben todo esto? ¿Acaso no han oído hablar de los milagros que ocurren por medio de los íconos de la Santísima Madre de Dios?
(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, Bucureşti, 2004, p. 58)