“Veremos si nos amoldamos el uno al otro...”. Pero si Dios quiere, Él puede conseguirlo
¿Pero quién puede decir que encontró al otro? Si así fuera, no encajaríamos ni siquiera con nuestros propios hermanos, con quienes hemos crecido y desarrollado en el mismo seno familiar.
“Veamos si nos amoldamos...”. Esto es lo que dicen los jóvenes de hoy, cuando quieren casarse. Y con ese pretexto demoran el matrimonio o incluso viven en pecado, “para ver si se encuentran”. ¿Pero quién puede decir que encontró al otro? Si así fuera, no encajaríamos ni siquiera con nuestros propios hermanos, con quienes hemos crecido y desarrollado en el mismo seno familiar. ¡Ni tan siquiera a nosotros mismos podemos encontrarnos! (¿Cuántas veces afirmamos algo, llenos de convicción, pero luego actuamos de forma diametralmente opuesta?) ¿Cómo, entonces, “amoldarse” a una persona completamente extraña?
Debemos sopesar bien todo, porque cada ser humano es una personalidad única e irrepetible. ¿Que hay seis mil millones de seres humanos? Entonces hay seis mil millones de personalidades irrepetibles.
(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Căsătoria, Editura Tabor, Bucureşti, 2010, p. 20)