¿Vivimos lo que oramos?
Tenemos que insistir en el trabajo interior. En vano pronunciamos una gran cantidad de oraciones con la boca o con la mente, si no profundizamos, si no vivimos lo que oramos.
Es muy importante saber orar. Muchas veces, también nosotros, los monjes, aunque vivimos en el monasterio, no oramos. Solamente nos parece que oramos. No basta con ir a la iglesia y asistir a la Divina Liturgia, permaneciendo ahí, en nuestro lugar, como si fuera una obligación, solamente por cumplir un deber.
Tenemos que insistir en el trabajo interior. En vano pronunciamos una gran cantidad de oraciones con la boca o con la mente, si no profundizamos, si no vivimos lo que oramos. Hoy en día, también los laicos tienen que practicar con perseverancia la “oración del corazón”, porque es nuestra única protección. Y es que en el corazón está la raíz de todas las pasiones; por eso es que desde ahí tiene que empezar nuestro trabajo interior.
(Traducido de: Fundația Justin Pârvu, Ne vorbește părintele Justin, Petru Vodă, 2011, p. 210)