Según la doctrina de la Iglesia, todos los fieles formamos parte del mismo cuerpo de una sola Iglesia, cuya cabeza es Cristo, en tanto que nosotros somos sus miembros. Y, como dice el Apóstol, los cristianos somos también recíprocamente miembros entre nosotros

Todos hemos sido bautizados en el mismo Espíritu y en el mismo cuerpo resucitamos. Por eso es que debemos cuidar a nuestros otros miembros, porque si uno de ellos se estropea, todo el cuerpo habrá de sufrir. Así, quien es indiferente ante el sufrimiento de su prójimo, es que no sigue el camino correcto. El buen estado espiritual es ese en el cual, tú, considerándote el último de todos, ves en ti mismo la caída de la humanidad entera. Es decir que cada uno es culpable por todos y todos somos culpables por cada no. Y este es el mejor medio de ayudar a nuestro semejante: considerarte, en primer lugar, el más pecador de todos, porque esta es también la verdad.

(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri Duhovnicești, Editura Conta, 2007, p.151)