«He leído todas las cartas que me has enviado y debo decirte que esos movimientos que tú crees que provienen de la Gracia, nosotros consideramos que tienen otro origen. Ni el padre Ambrosio ni todos los demás (en el monasterio) conocemos situaciones semejantes en los Santos Padres y en los demás justos de Dios. Entonces, te pido que entiendas que se trata de un engaño y que, reconociéndolo, Dios no se enfadará contigo, aunque existiera la posibilidad de que fueran auténticas manifestaciones de la Gracia y tú las rechazaras. ¿Por qué? Porque tu reticencia vendría del temor a no ser engañado, sabiendo bien que no es correcto creer en nosotros mismos, sino que lo mejor es decir lo mismo que el abbá Doroteo: “Sean anatema tú y tus juicios, porque lo que sabes, lo sabes del demonio”. Deseo con todo el corazón que se produzca una transformación en ti, es decir, que entiendas que no eres digno de semejantes cosas».

(Traducido de: Sfântul Ilarion de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 28)