Acerca del desarrollo del alma del hombre
La conversión espiritual se logra, entonces, en el marco de un proceso dinámico de crecimiento y desarrollo permanente, mismo que hace que el hombre pase del estado de niño al de hombre íntegro, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo (Efesios 4, 12-15).
Recordemos que, al comienzo, las virtudes no eran para el hombre otra cosa que unas semillas que, por medio de su libre albedrío y la colaboración con la Gracia Divina, debía hacer crecer y desarrollarse en él. Y es que las virtudes son un don de la Gracia que el hombre debe hacer suyas, y esto se logra obrando el bien con la participación de todas sus fuerzas, en cada una de sus labores, con la voluntad de Dios y el cumplimiento real de todo lo dispuesto por la Providencia Divina y sembrado en la naturaleza del hombre.
La conversión espiritual se logra, entonces, en el marco de un proceso dinámico de crecimiento y desarrollo permanente, mismo que hace que el hombre pase del estado de niño al de hombre íntegro, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo (Efesios 4, 12-15). Como dice San Simenón el Nuevo Teólogo, el hombre “crece cada día en edad espiritual, dejando atrás lo que era propio de su mente infantil y avanzando a la perfección varonil. Por eso, con la edad se alteran también los poderes y las acciones naturales del hombre”.
(Traducido de: Jean Claude Larchet, Terapeutica bolilor spirituale, Editura Sofia, p. 363)