¡Acerquémonos al Señor con inocencia y sencillez!
Tenemos que acercarnos al Señor tal como fuimos creados: simples, como niños inocentes.
Al Señor le agradan las cosas buenas que obramos. La caridad y todo lo que hacemos por nuestra salvación, para provecho de nuestros semejantes y de la Iglesia, también son cosas que le agradan mucho a Él. Pero lo que más le gusta es el amor puro, simple e inocente, el cual se adhiere a Su corazón.
¡Esto es lo que más le gusta a Él, lo que Él espera de nosotros! Y cada alma lo puede hacer: el rico, el pobre, el anciano, el joven… Él quiere que seamos naturales. Y nos lo demostró con Su misma forma de ser, cuando anduvo entre nosotros: simple, humilde y generoso. Tenemos que acercarnos al Señor tal como fuimos creados: simples, como niños inocentes. Así es como tenemos que acercarnos a Él.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, Editura Predania, București, 2010, p. 123)