¡Acuérdate de tu Dios, tu protector!
“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré?” (Salmos 26, 1-2).
No tomes como señor a ninguna criatura, sino que tu único Señor sea tu propio Creador. A Él debes servirle todo el tiempo, con buen juicio, como a un Dios y Creador, como a un Padre y Señor, cantándole siempre con alegría, junto con el salmista: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré?” (Salmos 26, 1-2).
¿A quién voy a temer, si tengo a Cristo como protector? Proclama tú también, hermano, con confianza y determinación: “¡En Ti pondré, oh Altísimo, mi confianza el día que tenga miedo!” (Salmos 55, 3).
(Traducido de: Sfântul Maxim Grecul, Viața și cuvinte de folos, Traducere de Florentina Cristea, Editura Bunavestire, Galați, 2002, p. 55)