Al igual que el cuerpo, el alma también necesita ser alimentada correctamente
Tal como los alimentos del cuerpo son el pan, el agua y la comida bien preparada que se sirve en el almuerzo y la cena, además del aire puro que respiramos a cada instante, así también el alimento del alma consiste en la Palabra del Señor.
El cuerpo humano, material y visible, para poder asegurar la vida humana de forma correcta, tiene una absoluta necesidad de buenos alimentos y bien preparados, de agua pura y cristalina, y de aire fresco. Un cuerpo bien alimentado —equilibradamente—, al salir y ejercitarse al aire libre, se revigoriza, se siente bien y se desarrolla hasta alcanzar los niveles esperados. El cuerpo espiritual, el “alma humana”, para poder conservarse en buen estado, necesita también de una buena y selecta alimentación espiritual, del ejercicio en el cumplimiento de la voluntad de Dios, de una forma virtuosa de vida y de nutrirse permanentemente con la Palabra de Dios, con la Santa Comunión y los dones divinos (Isaías 11, 2-3), para sentirse bien, para crecer.
Tal como los alimentos del cuerpo son el pan, el agua y la comida bien preparada que se sirve en el almuerzo y la cena, además del aire puro que respiramos a cada instante, así también el alimento del alma consiste en la Palabra del Señor.
(Traducido de: Protosinghelul Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 10)