Palabras de espiritualidad

Al orar, un solo pensamiento puede llevarnos a perder todo

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Pongamos a Cristo en el centro de nuestra mente, repitiendo con delicadeza: “¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!”. No hay que pensar en nada más.

La oración con la mente puede ser practicada solamente por aquel que ha obtenido la Gracia de Dios. No debe hacerse bajo la influencia de pensamientos como: “¡La aprenderé, la practicaré, la alcanzaré!”, porque podría llevarnos al egoísmo y al orgullo. Se necesita de mucha experiencia, de un anhelo ferviente, pero con buen juicio, sensatez y sabiduría. Un solo pensamiento, “¡Ya soy un experto!”, puede hacer que perdamos todo. ¿Con qué habríamos de envanecernos? ¡Nada de lo que tenemos es nuestro! Atención, que ese riesgo existe y se esconde sutilmente.

Cuando ores, hazlo sin imaginarte nada. No te imagines a Cristo. Los Santos Padres insisten mucho en la necesidad de evitar toda figuración al orar. La imaginación y las figuraciones podrían hacernos resbalar, porque una imagen siempre termina trayendo otra. Y esto favorece que el mismísimo demonio termine inmiscuyéndose, llevándonos a perder la Gracia.

Debemos orar con la mente, no con los labios, para que nuestros pensamientos no se dispersen y empiecen a divagar. Pongamos a Cristo en el centro de nuestra mente, repitiendo con delicadeza: “¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!”. No hay que pensar en nada más, solamente en las palabras: “¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!”. Nada más. Nada. Sentados, con los ojos abiertos —para no dar lugar a figuraciones y otros desvíos—, con atención y entrega, volviendo a Cristo. Debemos practicar la oración sosegadamente y no mecánicamente, cuando sintamos que tenemos el estado propicio para ello y un espíritu de humildad, que es también un don de la Gracia. Si nos falta la Gracia, fácilmente podemos caer presa de cualquier figuración, o ver “luces”, o ser tentados por cualquier otro engaño o necedad.

(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003,  pp. 206-207)