Palabras de espiritualidad

Ni mucho ni poco, sino con medida

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Para la conservación de la vida del hombre se requiere de una alimentación equilibrada y sana.

San Basilio el Grande, en su sabiduría, al hablar sobre las virtudes cristianas y el ayuno, haciendo énfasis en este propósito —el de equilibrar la vida mediante el ayuno y alimentarnos con prudencia— dice: “La templanza (en la alimentación) depende de las capacidades de cada quien. Yo considero que no está exenta de peligro la práctica de una abstinencia desmedida que, al debilitar las fuerzas del cuerpo, lo vuelva inactivo e incapaz de hacer el bien”. El ayuno es, por tanto, una regulación, un equilibrio en la vida del hombre, como el agua en la olla que se pone al fuego. Si, inadvertidamente, ponemos una olla vacía al fuego, tendremos que correr a agregarle agua, para que no se agriete por la fuerza de la llama. Por el contrario, si la olla está llena hasta el borde, tendremos que quitarle un poco, para que, al hervir, no se derrame sobre el fuego y lo apague.

Para la conservación de la vida del hombre se requiere de una alimentación equilibrada y sana, del mismo modo en que también los motores a combustible deben ser alimentados con mesura; o como se alimentan los distintos artefactos eléctricos y también los focos que nos alumbran, desde una central eléctrica. El exceso daña, y la escasez perjudica.

(Traducido de: Protosinghelul Nicodim MăndițăÎnvățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 100)

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