Palabras de espiritualidad

Algunas recomendaciones para el cuidado del alma, especialmente cuando empezamos un nuevo período de ayuno

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Apartemos de nosotros toda desidia espiritual y revistámonos con la fe más pura, para que, al ver el afán de nuestras almas, el Señor nos fortalezca en las virtudes.

Hermanos, esforcémonos como soldados al servicio del Rey, mientras tengamos tiempo, sabiendo bien que, para obtener la corona eterna, debemos esmerarnos en este mundo, purificando nuestras faltas y trabajando nuestra salvación. Así, limpiemos nuestra mente y nuestros actos, porque una mente pura es la madre de la obediencia. Apartemos de nosotros toda desidia espiritual y revistámonos con la fe más pura, para que, al ver el afán de nuestras almas, el Señor nos fortalezca en las virtudes. Por amor al Señor, detestemos con todas nuestras fuerzas la dejadez, los malos hábitos y la enemistad. Y si hemos renunciado a nuestros padres carnales, a nuestros amigos y a nuestras riquezas, es porque sabemos que, si debilitamos nuestra mente desde el principio, mucho tendremos que bregar y grandes serán nuestros perjuicios.

Si nos sucede algo malo, no nos quejemos, pensando en el Señor, porque quien se lamenta se causa un gran daño, ya que está actuando según los dictados de su mente y no siguiendo un propósito espiritual. Entonces, si eres juicioso, no odies a tus hermanos más débiles ni envidies a quienes viven sin temor de Dios. Insisto: hermano, no odies a tu semejante, porque es posible que alguna pasión, desconocida para ti, lo haya sometido y por eso ha llegado a tal nivel de impotencia. Lo que tienes que hacer, pues, es compadecerlo y orar por él, si te ha enfadado su impiedad y tú sabes practicar tu devoción

(Traducido de: Proloagele, volumul I, Editura Bunavestire, p. 485)