Algunos aspectos importantes sobre la oración
Debes creer que obtendrás lo que le estás pidiendo a Dios- Y, cuando esto ocurra, agradécele, sin tardar ni titubear.
¿En la oración tienen relevancia las fórmulas fijas (acatistos, paráclesis)?
—Por supuesto que cada oración tiene una fórmula. Hasta la oración más corta, la “Oración de Jesús”, llamada también “oración del corazón, o “de la mente”, o “de la mente en el corazón”, “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”, tiene esta forma. Sí, se trata de una fórmula adoptada en la antigüedad, desde los primeros siglos del cristianismo, y que es recitada en la práctica hesicasta, porque es una plegaria continua, tanto en el estado de vigilia, como en el estado de sueño. Pero esto presupone una práctica larga y controlada. Así las cosas, está claro que esta oración también está compuesta por palabras. Las palabras pueden ser imperfectas, pero en una oración cada palabra tiene un propósito y un efecto. Es la palabra que no se limita a la filología, sino que se convierte en teología, es decir, en un diálogo sobre Dios y con Dios.
¿Cómo podemos saber si lo que queremos pedir en la oración es bueno y provechoso para nosotros? Si pido paciencia en la enfermedad, y no sanación, ¿es pecado?
—La paciencia es una virtud, una de las más grandes de los cristianos. Nuestro Señor Jesucristo nos habla así: “Cuando oréis, no habléis mucho”. Estas palabras eran también una reacción en contra del palabrerío que practicaban los fariseos, porque nuestro Padre sabe lo que necesitamos. Así, no es necesario esmerarnos mucho en describir nuestros objetivos. Claro que debes concentrarte y mantener tu mente puesta en lo que estás diciendo, pero sin entrar en demasiados detalles, porque de lo contrario estarás dudando del poder de Dios de entenderte aun antes de que hables. Lo importante es que tu oración sea sincera, pura y constante, y, si se puede, debes creer con tanta fuerza, que elimines la esperanza y te quedes con la fe pura. Debes creer que obtendrás lo que le estás pidiendo a Dios- Y, cuando esto ocurra, agradécele, sin tardar ni titubear.
(Traducido de: Mitropolitul Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieţii, Editura Doxologia, 2013, pp. 41-43)