Amar es perdonar y perdonar es amar
Si hay algo en lo que podríamos parecernos a Dios, es en el poder de perdonar. Perdonando a quienes nos ofenden, nos hacemos partícipes de ese amor con el que Dios ama al mundo.
Dios, al descender al mundo, primero nos perdonó. Y nos perdonó por haberle traicionado en el Paraíso, por habernos apartado de los mandamientos que nos reveló por medio de los profetas y, finalmente, por no haber recibido a Su Hijo y por haberlo crucificado. Por todo esto nos perdonó. Y lo hizo, justamente porque nos ama. Así, es nuestro deber corresponder a Su amor.
Si hay algo en lo que podríamos parecernos a Dios, es en el poder de perdonar. Perdonando a quienes nos ofenden, nos hacemos partícipes de ese amor con el que Dios ama al mundo.
(Traducido de: Ieromonah Savatie Baştovoi, A iubi înseamnă a ierta, Editura Cathisma, Bucureşti, 2006)