Amor verdadero es cuando amamos, no “porque...”, sino “a pesar de...”
El amor es precisamente sufrimiento extremo, dolor porque el hombre es imperfecto. Con todo, lo maravilloso es que es tan sorprendente, tan irrepetiblemente bello. Si ves de esta manera al otro, al menos una vez, llegarás a quererlo aún a pesar de eso que los otros ven en él.
Todos hemos oído hablar de lo que ha sucedido, a veces, con las pinturas de los grandes maestros, o con algún ícono, o con cualquier otra obra de arte, cualquier forma de lo bello: cualquier belleza puede ser mutilada. La indiferencia, distintas circunstancias o la maldad pueden dañar incluso al objeto más bello.
Cuando frente a nosotros se halla la obra de algún genio, digamos, una hermosa pintura, mutilada o dañada, notaremos, sea el daño, sea la belleza sobreviviente. Si vemos ese cuadro, o cualquier otra obra de arte, con los ojos del amor que se asombra, contemplaremos la belleza, mientras que, en lo que respecta al resto, podremos entristecernos, llorar o decidirnos, algunas veces, dedicar toda nuestra vida para reparar los daños de aquella obra de arte. Esto depende del amor: mirar al otro y observar en él una belleza inalterable y al mismo tiempo apenarte por lo que la vida ha hecho con él. El amor es precisamente sufrimiento extremo, dolor porque el hombre es imperfecto; pero, con todo, lo maravilloso es que es tan sorprendente, tan irrepetiblemente bello. Si ves de esta manera al otro, al menos una vez, llegarás a quererlo aún a pesar de eso que los otros ven en él.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Taina iubirii, Editura Sophia, București, 2009, p. 59)