Apología de los Santos Padres de la Iglesia
Si lees algún texto de San Juan Crisóstomo, descubrirás en él un orador como no hay en ninguna facultad de periodismo y en ningún parlamento de nuestros días.
«Veamos ahora cuántas clases de beatitudes hay, para que entiendas cuántas clases de santos existen. No sé a qué categoría de santos te refieres cuando los acusas de falta de creatividad y hasta de ser unos necios.
Si lees algún texto de San Juan Crisóstomo, descubrirás en él un orador como no hay en ninguna facultad de periodismo y en ningún parlamento de nuestros días. Era tan activo, que le seguían cuatro escribanos para anotar todo lo que predicaba. Los textos de este gran santo —quien fuera hijo de un general romano, estudiante de leyes en Antioquía, monje, patriarca de Constantinopla y, al final, mártir, exiliado por los obispos y la emperatriz de aquella época (comienzos del siglo V), debido a su franqueza y amor a la justicia— constituyen unos 20 volúmenes académcos, y estos son sólo una parte, lo único que se ha conservado hasta hoy.
San Efrén el Sirio, también monje, es uno de los más grandes poetas que ha conocido el mundo. Sus himnos son sublimes, aún para cualquier ateo, porque están llenos de una belleza difícil de describir.
San Gregorio de Nisa fue uno de los eruditos más importantes de su época, al igual que su hermano, el conocido San Basilio el Grande. Gregorio es el autor de un extraordinario tratado de antropología, escrito en el siglo IV, que aún hoy asombra a los expertos.
San Basilio, sumado al hecho de haber sido un virtuoso monje y fundador de comunidades cenobíticas, fue un administrador excepcional, edificando un sinnúmero de asilos, hospitales, comedores sociales y hogares para los pobres, llamados “basiliadas”.»
(Traducido de: Ieromonah Savatie Baştovoi, Dragostea care ne sminteşte, Editura Marineasa, Timişoara, 2003, pp. 88-89)