Aprende a orar con humildad
Ora con humildad, como el publicano, y no pienses altivamente como el fariseo.
Háblale al Señor con tus oraciones, con temor y estremecimiento, hasta que tu corazón se sacie de tanto glorificar a Dios, sin distraerte o caer en la dejadez. Estando en la iglesia, aparta cualquier pensamiento mundano, porque la casa de Dios es casa de oración; al contrario, concéntrate en la Palabra de Dios y confiesa tus pecados. No pidas que las cosas sean como tú las quieres, sino que ora como se te enseñó: “Hágase en mí Tu voluntad, Señor”. En tus oraciones pide, en primer lugar, el Reino de Dios y Su justicia, que todo lo demás se te dará por añadidura. Pide que sean perdonados no sólo tus propios pecados, sino también los de todos los demás. Ora con fervor, sin turbarte, sin recordar el mal sufrido o los malos pensamientos que te han llenado la mente alguna vez. Prepárate, antes de orar, como un luchador experimentado, y permanece atento, para que los engaños del demonio no te tienten. Cuando ores, aparta toda mentira, todo juramento y toda preocupación terrenal, para que puedas orar de forma debida. Debes oponerte al pecado hata morir, como un buen guerrero. Que nada de las cosas de este mundo te preocupen; no ores pidiendo lo que a ti te parece que está bten, sino lo que es agradable a Dios, porque Él sabe de mejor forma lo que es bueno para ti. Ora con humildad, como el publicano, y no pienses altivamente como el fariseo.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Paternicul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenita, 2010, p. 6)