¡Aquí está Dios!
El corazón inocente y puro de aquel niño demostró, con toda sencillez, que Dios, Quien nos ama como a la luz de Sus ojos, está con nosotros todo el tiempo, buscando la forma de encontrarnos con Él.
Una vez, un niño que estaba en brazos de su padre, en la iglesia, durante la Divina Liturgia, exclamó en voz alta, asombrando a todos los presentes, cuando el sacerdote, ataviado con sus vestiduras clericales, salió del Altar: “¡Mira, papá, un Señor-Señor vivo!” (refiriéndose a la forma —“Señor-Señor”— que muchos niños, en Rumanía, utilizan para referirse a Dios o a los santos pintados en los íconos de las paredes de la iglesia).
El corazón inocente y puro de aquel niño demostró, con toda sencillez, que Dios, Quien nos ama como a la luz de Sus ojos, está con nosotros todo el tiempo, buscando la forma de encontrarnos con Él.
Queridos hijos, ¡cuántos ángeles nos suplican, incluso nuestro ángel custodio, “Ten fe y ora, hermano”!
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Despre armonia căsniciei, Editura Elena, Constanța, 2013, p. 93)