Aspectos básicos para una correcta vida espiritual
Los sentidos no tienen límite, y es la conciencia quien debe ponérselos. Debemos aprender a controlar las pasiones y los pecados.
No hay que hacer nada en exceso. Por ejemplo, tenemos que comer solamente lo necesario, ni más ni menos, aunque el mal nos tiente a irnos a alguno de los dos extremos. Los sentidos no tienen límite, y es la conciencia quien debe ponérselos. Debemos aprender a controlar las pasiones y los pecados. Al comienzo hay que dominar las pasiones que cometemos con nuestras acciones, luego las que obramos con nuestra lengua, y finalmente debemos arrancar de raíz nuestras pasiones de pensamiento, hasta purificar nuestra mente y nuestra imaginación. Hay que luchar diariamente, examinándonos atentamente la conciencia y decidiéndonos firmemente a refrenarnos.
Las armas son muchas y variadas. El ayuno mitiga de tal forma los miembros del cuerpo, que los llega a hacer “transparentes” para que la mente pueda leer su verdadero propósito. Pero, atención, que el ayuno tiene sus rigores y peligros, razón por la cual hay que practicarlo de forma disciplinada. La oración ayuda a la mente a ver la voluntad de Dios, el sentido de la vida y el objetivo de cada cosa. La oración irradia el don de Dios para los hombres. La vigilia también es necesaria, porque por medio suyo nos libramos de las preocupaciones cotidianas y nos concentramos en cosas más excelsas, divinas y eternas. La lectura de la Santa Escritura tiene también una enorme influencia sobre los hombres, y nuestra relación con los demás debe ser también la correcta. El aspecto exterior, en general, influye en el hombre, y este debe saber reconocer el medio que más le sea propicio.
(Traducido de: Ioan Ianolide, Întoarcerea la Hristos, Editura Christiana, București, 2006, pp. 460-461)