¿Ayunar significa mortificarse?
Crucificar el cuerpo implica no volver más a nuestra miseria anterior, para convertirnos en hombres espirituales.
Dice San Gregorio Palamás que la crucifixión del cuerpo “con sus pasiones y apetitos” (Gálatas 5, 24) no significa la aniquilación de las energías físicas o las fuerzas del alma —lo cual sería igual al suicidio—, sino abstenerse de cualquier deseo pecaminoso y de toda acción con malicia, y la demostración irrevocable del rechazo a tales cosas.
En otras palabras, crucificar el cuerpo implica no volver más a nuestra miseria anterior, para convertirnos en hombres espirituales, avanzando con valentía, guiados por el ejemplo de Lot, quien huyó de Sodoma sin ver atrás (Génesis 19). En conclusión, para San Greogrio Palamás, el hombre que busca la pureza no pretende aniquilar la parte pasional de su alma, sino que “la mantiene viva y activa, matando solamente la relación de esta con el mal, utilizándola enteramente para amar a Dios y avanzar con determinación, como Lot cuando salió de Sodoma”.
(Traducido de: Mitropolit Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința Sfinților Părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, p. 345)