Cada persona juzga según su forma de vida y su modo de pensar
“Quien aún no ha alcanzado la pureza, ignora completamente en qué consiste esta, y ni siquiera puede creer que exista algo semejante en este mundo”.
Para aquellos que no conocen la pureza —porque viven al nivel de sus pasiones—, la liberación de la mente de todos los impulsos carnales y del sentido de las cosas del mundo es algo inconcebible. Para quienes viven según los mandatos de Dios, no obstante, lo que el mundo considera “normal” es, de hecho, anormal, porque ellos mismos se mueven en un mundo que es más elevado que lo natural, al cual consideran completamente normal.
Haciendo frente a quienes decían que es imposible que los hombres vivan según un orden más excelso que lo natural, mismo que los libra de sus pasiones carnales, San Simeón el Nuevo Teólogo afirmaba: “Quien aún no ha alcanzado la pureza, ignora completamente en qué consiste esta, y ni siquiera puede creer que exista algo semejante en este mundo”. Esta es una reacción totalmente normal, porque “cada uno juzga desde su propio estado y desde lo que ve en su semejante, sean virtudes o pecados”. Cada persona juzga según su forma de vida y su modo de pensar. Para los que tienen experiencia en desarraigarse de la tiranía de las pasiones, “la señal de la pureza es permanecer en todo sin perturbarse y sin miedo, como habiendo recibido la potestad de hacer todo con la Gracia Divina”.
(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: Știința Sfinților Părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 343-344)