¡Comencemos con nosotros mismos!
Lo importante es que en este mundo se haga el bien, sin importar quién lo hace.
San Marcos el Asceta hace énfasis en el hecho que, siendo que Dios nos concedió las fuerzas necesarias para hacer el bien, cualquier bien que hagamos es parte de una deuda, una obligación que debíamos cumplir, de tal suerte que no hay forma posible de obtener una “ganancia” de nuestra generosidad.
Hablando como ortodoxos, jamás tenemos un excedente que damos a los demás. Todo lo que hacemos para bien de nuestros semejantes se suma a lo que somos nosotros, y queda registrado en el Libro de la Vida. Es algo necesario, porque, en principio, no podemos detenernos en el camino del bien. Somos seres finitos y de alguna manera nos detenemos en el camino del bien, debido a nuestros propios límites, pero todo lo que hacemos constituye algo que era nuestra obligación hacer.
Empecemos con nosotros mismos la enmienda de otros hacia el bien. Lo importante es que en este mundo se haga el bien, sin importar quién lo hace.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, p. 20)