¿Comer más y con mayor frecuencia?
Mientras más frecuentemente cedamos ante ese impulso, más se hará sentir, de manera que poco a poco terminará derruyendo nuestra intención de llevar una vida disciplinada.
Una de las tentaciones más comunes es la de comer antes del tiempo establecido para ese fin. Recordemos que, si no sufrían de alguna enfermedad, los monjes solín comer una sola vez al día, en la novena hora, es decir, a partir de las tres de la tarde, cuando se aproximaba el ocaso.
Entonces, lo que debemos hacer es responderle a ese pensamiento de gula que nos instiga a comer antes de esa hora: “Que Dios me castigue si como pan o cualquier otra cosa antes de ponerse el sol” (II Reyes 3, 35).
Las dimensiones de la tentación de no respetar los tiempos de comida es algo que conocen bien quienes sufren de ese “overeating” (hiperalimentación) en nuestros días. Y no hace falta pensar mucho para entender por qué se trata de una tentación muy peligrosa. Esa sensación de vacío que nos ataca no es en hambre realidad, sino un apetito “difuso”, la expresión de una insatisfacción interior. Mientras más frecuentemente cedamos ante ese impulso, más se hará sentir, de manera que poco a poco terminará derruyendo nuestra intención de llevar una vida disciplinada.
(Traducido de: Ieroschimonahul Gabriel Bunge, Gastrimargia sau nebunia pântecelui – știința și învățătura Părinților pustiei despre mâncat și postit plecând de la scrierile avvei Evagrie Ponticul, traducere pr. Ioan Moga, Editura Deisis, Sibiu, 2014, pp. 43-44)