Cómo procrear hijos felices
Es bueno que la educación de los hijos tenga lugar en medio de la naturaleza o, al menos, que permanezcan fuera de la ciudad por períodos más largos.
La comunión con la naturaleza siempre ofrece una felicidad pura y serena. La naturaleza nos conduce al conocimiento de Dios, en donde “su eterno poder” se nos revela por medio de “sus obras” (Romanos 1, 20). Los hijos aprenden a sentir en la naturaleza a su Creador, dejándose rebosar por Su Bondad, Providencia, Poder y Sabiduría. Es bueno que la educación de los hijos tenga lugar en medio de la naturaleza o, al menos, que permanezcan fuera de la ciudad por períodos más largos.
Una alegría pura, enorme, puede ofrecer también la música. La música y los cantos religiosos hacen que nos acerquemos a la oración, elevando y limpiando el alma; el arpa en las manos de David alejaba el espíritu maligno que atormentaba a Saúl (I Samuel 16, 23). Pero también hay, actualmente, cantos vulgares, inmorales y groseros. Debemos evitar escuchar tales formas de música con nuestros hijos.
(Traducido de: N.E. Pestov, Cum să ne creştem copiii: calea spre desăvârşita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, pp. 127-128)