Palabras de espiritualidad

Cómo reconocer la verdad de la fe

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

La fe que contiene todas estas características es verdadera. Y ya que la fe en Cristo contiene todas estas cualidades, decimos que es la fe verdadera.

La fe verdadera tiene los siguientes rasgos:

  1. Le da una certeza interior al creyente en lo que respecta a la verdad de su fe;
  2. endereza sus pasos en el camino de la verdad;
  3. lo llena de una esperanza eterna, abundante, libre de todo temor, de cualquier duda, porque contiene la felicidad entera;
  4. le concede un amor ferviente y activo hacia Dios y hacia sus semejantes;
  5. le otorga los carismas del Espíritu Santo;
  6. rebosa en abundancia los frutos de la Gracia del Espíritu Santo;
  7. restaura al hombre corrompido por el pecado;
  8. santifica al fiel y lo vuelve activo en las virtudes y en la imagen de Dios;
  9. les revela a Dios a los creyentes;
  10. tiene principios morales divinos;
  11. da fuerza moral a los fieles;
  12. tiene testimonios celestiales, terrenales y de debajo de la tierra;
  13. llena al creyente de una fuerza moral que pulveriza —cual piedra caliza contra un acantilado— cualquier maldad proveniente del exterior, cualquier amenaza, cualquier peligro;
  14. lleva al hombre a un nivel más elevado que las leyes de la naturaleza y “supera las disposiciones naturales” (San Atanasio el Grande).

La fe que contiene todas estas características es verdadera. Y ya que la fe en Cristo contiene todas estas cualidades, decimos que es la fe verdadera.

San Juan, el de lengua y palabras de oro, comentando el salmo 67, muestra la verdad de la fe en Cristo por la autoridad de la predicación apostólica, diciendo: “Pues no moviendo armas, no gastando dinero, ni por la fuerza del cuerpo, ni por la multitud de ejércitos, ni valiéndose de otra cosa semejante, sino con la simple palabra, con la palabra que tiene gran poder, con la demostración de los milagros [...] porque es una fuerza inefable la que al pescador, al publicano y al fabricante de tiendas —que estaban muertos— los levantó con una simple orden; expulsó a los demonios, apartó la muerte, redujo al silencio la lengua de los filósofos, cerró la boca de los rétores, sometió a los paganos helenos y a toda nación [...] por todas partes del mundo [...] la palabra predicó con fuerza”.

(Traducido de: Sfântul Nectarie de Eghina, Tezaurul sfintelor și filosoficeștilor cuvinte, traducere de Laura Enache)